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EL
PODER DE LOS HOMBRES QUE VUELAN
Gerardo
Reichel Dolmatoff y su contribución a la teoría del Chamanismo
Roberto
Pineda Camacho. Departamento de Antropología. Universidad de los Andes y
Nacional de Colombia
Marulanda Ríos Ana
Sociedad
para el Estudio de las Manifestaciones Rupestres de Venezuela (SEMARVE).
El
antropólogo Gerardo Reichel Dolmatoff, dedicó gran parte de su vida a explorar el
laberinto de la conciencia amerindia, analizo
la iconografía orfebre y abrió nuevas perspectivas para la interpretación del
chamanismo, como eje fundamental del desarrollo de las sociedades complejas de
Colombia y como modelo que permite regular las relaciones de la sociedad con su
medio ambiente, fueron numerosos sus trabajos
y publicaciones. Entre las investigaciones arqueológicas y etnográficas de las
diferentes partes del territorio colombiano estan las de 1944, con los guahibos
del Orinoco, describiendo su cultura material, en 1945, con los yuko-yukpa de
la Serranía de Perijá en la frontera con Venezuela; describió sus ritos de enterramiento
secundario, entre otros aspectos de su cultura. visitó los chimila del río
Ariguaní en el Departamento del Magdalena al norte de Colombia, de los cuales dejo diversos informes
etnográficos y apuntes sobre su chamanismo. En 1946, fundó en la ciudad de Santa Marta, junto con su esposa, el Instituto Etnológico
del Magdalena. Ambos se dedicaron a un vasto proyecto de investigación
arqueológica que los llevó a describir a las sociedades del formativo temprano,
algunas de las cerámicas más antiguas de Suramérica y, a plantearse los
problemas de la sedentarización y del origen de la agricultura.
Del
asentamiento tairona situado en la costa del Caribe, expreso que sin duda,
existía una continuidad –a pesar de los grandes cambios provocados por la
conquista española– entre los antiguos tairona y los indios contemporáneos de
la Sierra Nevada, habitado entre otros, por los indios kogui, hablantes de los idiomas
de la familia chibcha, quienes eran profundamente religiosos y el ethos de su
cultura giraba alrededor de la vida del
templo, su ideal de vida era de acuerdo con la Madre Universal y pensaban que existen diferentes dimensiones
del mundo: una dimensión perceptual y una dimensión simbólica, donde el telar
es también una de las metáforas fundamentales de su vida, ya que, el acto de
hilar constituye una forma de concentración meditativa; “hilar es pensar”. Reichel
consideró a los líderes religiosos como sacerdotes que denominaba también con
el nombre de chamanes.
Entre
los muchos temas que analizö, esta la
relación con la naturaleza y poder que deriva
del Sol, del hombre payé, su papel mediador con la naturaleza a favor de su
comunidad, de como el primer payé trasmitió a sus sucesores la sustancia viho,
de carácter psicotrópico, con propiedades alucinógenas que producen
modificaciones en los estados de conciencia.
Se trata de verdaderos enteógenos,
a través de los cuales se visualizan los ancestros, conoce el universo, vuela
por el macrocosmos, penetra en la Vía Láctea, domina el trueno, entra en
contacto con el mundo de los animales, perciben ciertas experiencias con los
«dioses». Reichel se percató de la gran importancia de estas plantas para la
cultura y redactó un primer ensayo al respecto titulado «El contexto cultural
de un alucinógeno aborigen. Banisteriopsis caapi» (1969), señalaba la
importancia de estudiar de forma comparativa el rol de las plantas en las
diferentes culturas, insistia, que no sería posible entender las culturas sin
comprender el uso que hace de sus plantas, particularmente aquellas que podrían
denominarse “Plantas de los Dioses”.
Exploró
con cierto detalle la experiencia de transformación del chamán (payé), en
jaguar y la significación del hombre-jaguar en las culturas aborígenes de
Colombia y del Amazonas, resaltó el hecho
que con frecuencia en Mesoamérica o en los Andes centrales se daba una
integración entre las funciones sacerdotales y políticas, creándose una especie
de “realeza felina”. Recopilo el modelo
de la cosmología tukano (región del Vaupés colombiano,el río Pirá Paraná
y caño Colorado), interpretandola como la forma de análisis ecológico, donde la
religión es funcional con la conservación y reproducción del medio ambiente.
Bajo esta perspectiva, el chamán es un ecólogo, una de cuyas funciones es la
«gestión» y «conservación» de los recursos de la selva; su punto de vista se
expresa en metáforas que dan cuenta de los diferentes niveles de funcionamiento
del paisaje, de los diferentes ecosistemas y del cosmos. Durante la toma de
yajé y otras plantas, perciben diversas
figuras, colores, motivos iconográficos, también escuchan cantos, música, entre otros, que dan
origen a nuevas expresiones artísticas en la comunidad. Estas visiones se plasmaron
en los dibujos que decoran las paredes exteriores de las malocas, en cortezas
con diferentes fines y, también, en las numerosas figuras de petroglifos del Arte
Rupestre de la zona.
Desde
su punto de vista, la iniciación chamánica implica consumir plantas alucinógenas
como un elemento cultural arcaico, de difusión prácticamente universal y los cazadores de la época paleolítica
debieron conocer algunas de estas plantas narcóticas y su empleo debe estar
estrictamente relacionado con el llamado vuelo chamánico, donde el chamán es
ante todo el hombre “pájaro”, que representa toda una filosofía. Reichel
encontró que, según los kogui, los principales templos estaban dedicados a la
divinidad felina y que en sus alrededores se exhibían calaveras de jaguares;
aún hoy en día los pacíficos kogui de la Nevada consideran al jaguar como uno
de sus ancestros.
Frottage de Petroglifo Zoomorfo Puerto Cabello. Venezuela |
Sus sacerdotes, con ocasión de ciertos rituales, portan
máscaras de jaguares, como quizás lo hacían algunos de sus predecesores
tairona.Todos estos «Hombres Águila», «Hombres Felinos», «Hombres Murciélagos»,
entre otros, compartían seguramente una filosofía del mundo y técnicas de
modificación de la conciencia para gobernar y controlar el universo.
También sugirió, en su interpretación de la iconografía del mundo orfebre, que la
mayoría de las representaciones figurativas precolombinas del país constituían un complejo coherente y articulado de arte chamánico, con el tema unificador de
la transformación. Esto invita a pensar
de forma más profunda sobre las funciones políticas y el rol de los «señores»
dorados y sagrados en el interior de las propias sociedades, y las funciones de
los cristales y los metales en las sociedades prehispánicas. En sus propias
palabras: «Pienso yo que se debería trabajar más y más en las zonas más
fronterizas del saber. Estas zonas son aquellas en que la antropología limita
con la biología, con la psicología, con las ciencias naturales, como la
botánica, la zoología, la ecología y demás... Estudiar la vida en sociedad, la
vida sociopolítica, no es suficiente; sería una limitación demasiado estrecha
de la gama de los fenómenos culturales a investigar...» (Reichel, 1990: 10).
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